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El Atentado contra los Cosmonautas en Moscú
Cuatro héroes espaciales rusos atrapados en una limusina oficial, en 1969.

En la fría mañana del 22 de enero de 1969, las calles de Moscú vibraban con una energía inusual. Miles de ciudadanos soviéticos se alineaban en las aceras, desafiando el gélido invierno ruso para presenciar el desfile triunfal de sus nuevos héroes espaciales. Nadie podía imaginar es que este día de celebración estaba a punto de convertirse en un escenario de caos y violencia, de alto impacto en la historia de la carrera espacial y la política soviética.
Nos encontramos en el apogeo de la Guerra Fría, con la Unión Soviética y los Estados Unidos enzarzados en una feroz competencia por la supremacía tecnológica y espacial. Cada logro, cada misión exitosa, era un golpe propagandístico contra el adversario.
La Hazaña Espacial
Apenas unos días antes, el 14 y 15 de enero, las naves Soyuz 4 y Soyuz 5 habían despegado de la base de Baikonur con una misión sin precedentes: realizar el primer acoplamiento de dos naves espaciales tripuladas y la transferencia de cosmonautas entre ellas. Esta operación, ejecutada a 200 kilómetros sobre la superficie terrestre, era un paso crucial en el camino hacia futuras estaciones espaciales.
Los protagonistas de esta hazaña eran cuatro valientes cosmonautas: Vladimir Shatalov, Boris Volynov, Alexei Yeliseiev y Yevgeni Khrunov. Durante horas, las dos naves realizaron una compleja danza orbital, ajustando altura, latitud y velocidad hasta lograr el acoplamiento sobre el Mar Negro.
La transferencia de Khrunov y Yeliseiev de una nave a otra fue un momento de tensión. Equipados con los trajes espaciales Yastreb, los cosmonautas realizaron una caminata espacial que, curiosamente, no quedó registrada en video debido a un nervioso descuido. Tras cuatro horas y media unidas, las naves se separaron para iniciar su descenso a la Tierra.

Las dos naves Soyuz 4 y 5 ensambladas en el espacio. Foto: Roscosmos URSS
La Celebración y el Atentado
El éxito de la misión fue recibido con júbilo en la Unión Soviética. El líder soviético, Leonid Brezhnev, consciente del valor propagandístico de este logro, organizó una gran recepción en el Kremlin para condecorar a los cosmonautas con la Orden de Lenin, el más alto honor soviético.
El 22 de enero, Moscú se preparó para recibir a sus héroes. Una caravana de vehículos, escoltada por la guardia presidencial motorizada, atravesaba las calles de la capital. En un coche descapotable, desafiando el frío, iban los cuatro cosmonautas, saludando a la multitud. Detrás, en una limusina negra ZIL-47, viajaban otras leyendas del programa espacial soviético: Alexei Leonov, el primer hombre en realizar una caminata espacial; Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio; su esposo, el cosmonauta Andrian Nikolayev; y Georgy Beregovoy, héroe de la misión Soyuz 3.
De repente, la celebración se tornó en pesadilla. Un hombre vestido de policía sacó dos pistolas Makarov y abrió fuego contra la caravana. Sorprendentemente, el atacante ignoró el vehículo de los cosmonautas recién llegados y centró su ataque en la limusina negra, donde creía que viajaba Brezhnev.
Catorce disparos impactaron en el vehículo antes de que el atacante fuera derribado por un motorista de la escolta. El conductor de la limusina perdió la vida, pero milagrosamente, los cuatro cosmonautas en su interior resultaron ilesos.

Fotograma de la retransmisión de TV sobre el atentado, con la foto de Viktor Ilyin
Las Consecuencias
La conmoción fue inmensa, pero el régimen soviético, determinado a no mostrar debilidad, decidió continuar con la recepción planificada, apenas con unas horas de retraso. Mientras tanto, se iniciaba una investigación que revelaría que el atacante era Viktor Ilyin, un teniente de infantería del Ejército Rojo.
Ilyin, según la versión oficial, era un enfermo mental desencantado con la situación del país y crítico con la reciente invasión soviética de Checoslovaquia para sofocar la Primavera de Praga. Su objetivo era Brezhnev, no los cosmonautas, en un intento desesperado por forzar un cambio de régimen.
Las repercusiones del atentado fueron severas. Se desató una purga en el ejército que llevó a la ejecución o misteriosa muerte de 22 altos oficiales, incluyendo héroes de la Segunda Guerra Mundial como el general Markian Popov.
La limusina.
La limusina ZIL-47, con sus 14 impactos de bala, se convirtió en un símbolo tangible de este día turbulento. Exhibida en Moscú en 2010 y posteriormente adquirida por un coleccionista privado, sus cicatrices se mantuvieron intactas, como un recordatorio silencioso de los peligros que acechan incluso a los héroes más celebrados.

Leónidas Brezhnev, presidente de la URSS de 1964 a 1982. Foto: TASS
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